La palabra MOLE evoca frecuentemente la imagen de unas deliciosas enchiladas o un plato con pollo esparcido con ajonjolí acompañado de arroz rojo. Del náhuatl molli o mulli, que significa salsa. Su origen se remonta a las grandes cocinas de los conventos poblanos en la época de la colonia, donde se fortaleció y perfeccionó el arte culinario mexicano, pues se agasajaba frecuentemente a las grandes personalidades civiles y religiosas del Virreinato.
La leyenda cuenta que Juan de Palafox, Virrey de la Nueva España y arzobispo de Puebla, visitó un convento poblano que le ofrecería un gran banquete, para el cual se esmeraron especialmente.
El cocinero principal era Fray Pascual, que ese día corría por toda la cocina dando órdenes ante la inminencia de la importante visita. En vista del desorden que imperaba en la cocina, comenzó a amontonar en una charola todos los ingredientes para guardarlos en la despensa y era tal su prisa que se tropezó exactamente frente a la cazuela donde unos suculentos guajolotes estaban ya casi en su punto. Así nació el mole, en un cazo de barro donde se juntaron chiles, trozos de chocolate y las más variadas especias.
Nuestro mole está de fiesta, si bien no es un platillo que surgió de la casualidad sino de un lento proceso culinario iniciado desde la época prehispánica y perfeccionando con el paso del tiempo.
Es por eso que desde hace algunos años San Pedro Atocpan le rinde un homenaje haciendo que propios y estraños puedas disfrutar de las riquísimas opciones que existen alrededor de este ícono gastronómico mexicano. Así que no se pueden perder del 06 al 28 de octubre la Feria Nacional del Mole número 36. Aquí más información: http://www. ferianacionaldelmole.com.mx/